La Biblia Reina Valera

Lucas 6

Lucas

Indice

Capítulo 7

1


 

  Y COMO acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum.  

 

 

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2


 

  Y el siervo de un centurión, al cual tenía él en estima, estaba enfermo y á punto de morir.  

 

 

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3


 

  Y como oyó hablar de Jesús, envió á él los ancianos de los Judíos, rogándole que viniese y librase á su siervo.  

 

 

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4


 

  Y viniendo ellos á Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es digno de concederle esto;  

 

 

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5


 

  Que ama nuestra nación, y él nos edificó una sinagoga.  

 

 

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6


 

  Y Jesús fué con ellos. Mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió el centurión amigos á él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado;  

 

 

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7


 

  Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano.  

 

 

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8


 

  Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace.  

 

 

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9


 

  Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto, dijo á las gentes que le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.  

 

 

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10


 

  Y vueltos á casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.  

 

 

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11


 

  Y aconteció después, que él iba á la ciudad que se llama Naín, é iban con él muchos de sus discípulos, y gran compañía.  

 

 

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12


 

  Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera á un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda: y había con ella grande compañía de la ciudad.  

 

 

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13


 

  Y como el Señor la vió, compadecióse de ella, y le dice: No llores.  

 

 

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14


 

  Y acercándose, tocó el féretro: y los que lo llevaban, pararon. Y dice: Mancebo, á ti digo, levántate.  

 

 

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15


 

  Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó á hablar. Y dióle á su madre.  

 

 

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16


 

  Y todos tuvieron miedo, y glorificaban á Dios, diciendo: Que un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado á su pueblo.  

 

 

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17


 

  Y salió esta fama de él por toda Judea, y por toda la tierra de alrededor.  

 

 

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18


 

  Y sus discípulos dieron á Juan las nuevas de todas estas cosas: y llamó Juan á dos de sus discípulos,  

 

 

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19


 

  Y envió á Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?  

 

 

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20


 

  Y como los hombres vinieron á él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado á ti, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?  

 

 

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21


 

  Y en la misma hora sanó á muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y á muchos ciegos dió la vista.  

 

 

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22


 

  Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas á Juan de lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado el evangelio:  

 

 

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23


 

  Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.  

 

 

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24


 

  Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es agitada por el viento?  

 

 

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25


 

  Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de vestidos delicados? He aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están.  

 

 

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26


 

  Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y aun más que profeta.  

 

 

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27


 

  Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual aparejará tu camino delante de ti.  

 

 

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28


 

  Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.  

 

 

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29


 

  Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron á Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.  

 

 

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30


 

  Mas los Fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él.  

 

 

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31


 

  Y dice el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación, y á qué son semejantes?  

 

 

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32


 

  Semejantes son á los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos á los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis: os endechamos, y no llorasteis.  

 

 

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33


 

  Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.  

 

 

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34


 

  Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.  

 

 

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35


 

  Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos.  

 

 

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36


 

  Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él. Y entrado en casa del Fariseo, sentóse á la mesa.  

 

 

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37


 

  Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, como entendió que estaba á la mesa en casa de aquel Fariseo, trajo un alabastro de ungüento,  

 

 

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38


 

  Y estando detrás á sus pies, comenzó llorando á regar con lágrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento.  

 

 

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39


 

  Y como vió esto el Fariseo que le había convidado, habló entre sí, diciendo: Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, que es pecadora.  

 

 

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40


 

  Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dice: Di, Maestro.  

 

 

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41


 

  Un acredor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;  

 

 

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42


 

  Y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó á ambos. Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más?  

 

 

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43


 

  Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél al cual perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.  

 

 

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44


 

  Y vuelto á la mujer, dijo á Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con los cabellos.  

 

 

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45


 

  No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.  

 

 

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46


 

  No ungiste mi cabeza con óleo; mas ésta ha ungido con ungüento mis pies.  

 

 

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47


 

  Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama.  

 

 

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48


 

  Y á ella dijo: Los pecados te son perdonados.  

 

 

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49


 

  Y los que estaban juntamente sentados á la mesa, comenzaron á decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?  

 

 

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50


 

  Y dijo á la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.  

 

 

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Lucas 8

 

 

 

 

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